Género y comercio informal en el estado plurinacional de Bolivia y su impacto en el desarrollo economico del país

Rómulo Alvarez Antezana
El Estado Plurinacional de Bolivia se encuentra en el centro de Sudamérica y limita con cinco países: Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Perú. Bolivia tiene una población de alrededor de 11 millones de habitantes, de los cuales 51.7% son mujeres y 49.3% hombres. Asimismo, cuenta con una extensión fronteriza cercana a los 7000 kilómetros y sus características geográficas la hacen vulnerable al ingreso y salida de mercancías. De los 339 municipios existentes, 72 se encuentran cerca de las fronteras y nueve son ciudades gemelas, mejor conocidas como centros urbanos transfronterizos. Estos centros urbanos transfronterizos cuentan con economías y actividades sociales propias y van, desde las ciudades fronterizas del occidente hasta las ciudades fronterizas del oriente.

Es decir, estos centros urbanos transfronterizos se encuentran a lo largo del corredor Bioceánico del Cono Sur en lo que corresponde a Bolivia. Este corredor fue concebido como un eje articulador de grandes cantidades de carga entre los puertos del Pacífico y del Atlántico, donde las fronteras de Bolivia deberían ser concentradoras y facilitadoras del comercio exterior. Estos espacios transfronterizos debieran contar con economías sólidas y de crecimiento permanente. Sin embargo, afirmar este hecho en la actualidad es difícil. Pese a ello, se puede señalar que la vinculación es eficaz y eficiente, aunque no necesariamente transparente.

Un indicador de lo enunciado en las líneas precedentes es, por ejemplo, la existencia de bienes de todo tipo en la frontera con el Brasil: automóviles de origen asiáticos de segunda mano denominados «chutos» o indocumentados, comercio de ropa usada «americana», comestibles, conservas, electrodomésticos chinos y otros de origen de ultramar, todos introducidos a través de la frontera con Chile (occidente del país). Así, estos bienes que se encuentran ampliamente distribuidos en los mercados de las principales ciudades de Bolivia y llegan hasta los extremos limítrofes del oriente del país, incluyendo la región amazónica.

En consecuencia, no solo se trata de un corredor  de grandes cargas de mercancías, sino de un corredor por el que también circulan ingentes cantidades de mercancías introducidas de manera ilegal, en pequeñas cantidades, por un gran número de comerciantes que sumados afectan y desaceleran el crecimiento del país. El flujo de estos productos se da, en gran medida por las relaciones familiares y de compadrazgo de los comerciantes transfronterizos, los cuales tienen capacidades asociativas y de agregación permanente de sus relaciones en el trayecto del occidente al oriente del país. Así, en forma de agrupaciones gremiales por tipo de actividad. Estas se desarrollan de forma hermética junto a la economía formal, convirtiéndose en un modelo económico, político y social, al margen y junto al modelo de desarrollo del país.

Es en este marco referencial que la Aduana Nacional tiene que cumplir sus funciones establecidas por ley, tales como controlar el ingreso y salida de mercancías del país y lograr la erradicación del comercio informal que se produce a lo largo del corredor bioceánico del Cono Sur. Se trata por ello de un espacio físico, social, económico y político, en el que se requiere de instancias de coordinación que apoyen y orienten las políticas, planes y estrategias que faciliten el comercio exterior y permitan formalizar la actividad de los “comerciantes transfronterizos” o “transatlánticos”.

En este sentido, el comercio informal de mercancías que se produce a lo largo del corredor bioceánico en lo que respecta al Estado Plurinacional de Bolivia, es un problema que afecta los cimientos del actual proceso de desarrollo industrial del país. Por ello, se tiene que considerar estrategias que aborden, de manera efectiva, la problemática del comercio informal y que, de manera simultánea, se trabaje por la formalización del comercio en todo el territorio nacional y se fortalezca el proceso industrial del país.

Por lo tanto, en el caso de Bolivia, una perspectiva de género en la facilitación del comercio tiene que considerar, necesariamente, tanto el ámbito de la formalización de la actividad comercial como el proceso de industrialización del país. Ello a fin de que no se reduzca a meras acciones de asistencialismo en favor de las mujeres comerciantes informales y no a procesos reales de cambio que coadyuven a un bienestar sostenible de las mujeres y de toda la sociedad.
De las experiencias observadas respecto de la conformación de las familias de comerciantes informales de Bolivia se puede indicar que, provienen de diferentes contextos sociales, culturales y laborales, pero en su mayoría, son de ascendencia aimara y quechua. Estas familias, por lo general, no han podido acceder a niveles de educación superior, no conocen las normas de necesario cumplimiento para realizar actividad comercial dentro de la formalidad y tienen pocas posibilidades de encontrar otra actividad económica que les permita alcanzar el sustento diario. Es importante destacar que son las mujeres quienes lideran la actividad del comercio informal y son ellas quienes definen tanto los tiempos y productos que deben comercializarse coma las relaciones familiares y de amistad a establecerse al interior de las redes de comercio informal.

Al respecto, las mujeres que realizan esta actividad no suelen dominar la tecnología básica que les ofrece un celular y, en el mejor de los casos, solo interactúan en la plataforma de Facebook. Por lo tanto, no tienen una inclinación a explorar un ordenador y menos aún a utilizarlo. La mayoría de las mujeres comerciantes se encuentran entre los 25 y 65 años de edad, son también madres y manejan montos de capital que les permita contar con un medio de vida, más que pensando en términos de una actividad empresarial.

Así, en tanto son principalmente mujeres quienes lideran el comercio informal en Bolivia y al ser una actividad que tiene implicancias en el desarrollo económico, social y político del país, como primera medida se debe estudiar y conocer a profundidad al grupo poblacional involucrado, cómo se desarrolla el comercio informal en el espacio geográfico de referencia, y, los costos y beneficios que deja la actividad. Ello, a fin de compararlos con los desarrollados de manera formal y de esta manera, poder diseñar e implementar políticas certeras y efectivas.

Como segundo paso, se debe considerar la instrumentación de acciones cohesionadas entre sí, con el objetivo de que los comerciantes informales, en su mayoría mujeres, pasen a la economía formal de manera permanente y sostenida en el tiempo. Entre estas acciones debe incluirse necesariamente la permanente capacitación de la población comprendida en esta actividad, a manera de política de prevención del comercio informal. Asimismo, debe informarse sobre los procesos de importación y exportación, haciéndose énfasis en que son procesos fáciles, poco costosos y, además, seguros en cuanto al traslado a los centros de distribución y comercialización.

Como tercer paso, se deben definir normas o medidas que sostengan o atraigan a los comerciantes informales a la actividad formal. Entre estas se podrían mencionar, por ejemplo, la creación de incentivos de acceso a créditos con tasas preferenciales, en tanto se pueda controlar en línea las compra y ventas realizadas en la actividad. Otra medida que de forma indirecta o segmentada puede incentivar hacia la formalización del comercio en Bolivia, es destinar un porcentaje de las compras a un propio beneficio social que en la actualidad no se encuentre previsto: renta de vejez, devolución de ahorros en cuentas individuales a una determinada edad, (si no se alcanza a cotizar para una jubilación) y otros beneficios similares que se podrían estudiar y que pudieran impulsar a las mujeres comerciantes a pasar a la formalidad. Ello, con el objetivo de aumentar los porcentajes de formalidad de la economía del país, mediante una transición progresiva del comercio informal al formal, lo cual también contribuya a una mejor implementación del Acuerdo sobre Facilitación de Comercio de la OMC.

Rómulo Alvarez Antezana

Economista por la Universidad Mayor de San Andrés, La Paz, Bolivia. Con cursos en Relaciones Económicas Internacionales (CIDES - UMSA) y un Post-Titulo en Proyectos de Remplazo (PIADE - Universidad de Chile). Su experiencia profesional se enmarca en las áreas de Comercio Exterior, Aduanas, Transporte Nacional e Internacional y relevamiento de estadística sociales y económicas en el Estado Plurinacional de Bolivia. Ha sido responsable de coordinar estrategias de negociación de Acuerdos Multinacionales, Regionales y Binacionales del Viceministerio de Transporte en las áreas de transporte internacional, migración, sanidad agropecuaria e inocuidad alimentaria, aduanas y actividades portuarias. Ha sido también Director General de Transporte Terrestre Fluvial y Lacustre en el Viceministerio de Transporte del Ministerio de Servicio y Obras Públicas, Gerente general de la Cámara Boliviana de Transporte Nacional e Internacional, Vicepresidente de la Cámara Interamericana de Transporte ¨Capítulo Bolivia¨, Miembro de la Comisión de Política Comercial e Integración de la Cámara Nacional de Industrias, Rector de la Universidad Tecnológica Boliviana (UTB) y Director de la carrera de Comercio Exterior y Aduanas de la Universidad Tecnológica Boliviana. En la actualidad, se desempeña como Servidor Público en la Gerencia Nacional de Normas de la Aduana Nacional del Estado Plurinacional de Bolivia, como profesional en Relaciones Internacionales. Asimismo, es docente en las áreas de comercio exterior, integración, macro y microeconomía, en diversas universidades de Bolivia. 

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